Intercambio escolar con Gymnasium Šumperk, R. Checa


 República Checa es mucho más que Praga. Así lo han entendido nuestros alumnos del intercambio en la pequeña ciudad de Sumperk (25.000 habitantes). Su ubicación en la región de Moravia, noreste del país, entre el sur de Polonia y Austria nos ha permitido conocer de primera mano algunos de los paisajes más bellos de los históricos y montañosos Sudetes. Cordilleras de altura media, pero con atractivos como el puente colgante más largo del mundo, el Sky Bridge, y senderos llenos de encanto para rutas que “ellas llaman paseos”, según nuestras alumnas. Etimológicamente Sumperk significa “monte hermoso”. Un topónimo bien merecido, sin duda.


Con muchas curiosidades que hemos ido descubriendo de mano de la profesora Silvie Prusova y de las propias familias de acogida, como su gusto por las aguas termales de balnearios o las aguas saborizadas en las comidas. Y siempre, rodeados de historia internacional por los cuatro costados; con especial recuerdo de la Primera Guerra Mundial (con nuestra foto en la fachada del ayuntamiento al igual que las tropas checoslovacas liberadoras de Checoslovaquia) y, sobre todo, del inicio de la Segunda Guerra Mundial (con esa ocupación alemana de los Sudetes y la posterior resistencia contra los nazis, incluso contra el comunismo en las décadas de la Guerra Fría). Son muchos los memoriales que no olvidan el pasado, hasta en el propio instituto del intercambio, el Gymnázium. Hemos viajado igualmente hacia la época medieval y moderna, con alumnas checas explicándonos la caza de brujas de Sumperk y Velké Losiny. Y con gratas experiencias en la cercana y pintoresca ciudad de Olomouc, degustando su festival del queso entre músicas y danzas tradicionales. 

Mención especial la visita a Praga, donde, entre torres y puentes son muchos los lazos que nos unen desde el tiempo de la dinastía de los Austria. En este sentido, el aterrizaje en Viena nos sorprendió también por escuchar mucho español no sólo en boca de turistas, sino de muchos trabajadores del sector. El aporte cultural de la capital vienesa es un aliciente añadido, por todo lo que hemos compartido con los Habsburgo o por artistas como Gustave Klimt, sin importarnos entrar a ver algunas de sus obras del Leopold Museum con un tiempo mínimo por exigencias del programa. Para la próxima, parada obligada en el Palacio del Belvedere. Viena nos debe un beso… que impidió la huelga de controladores franceses.



  Volviendo al presente y al instituto Gymnázium de Sumperk, me gustaría subrayar el interés por el idioma castellano (hasta tres profesoras que lo imparten a decenas de alumnos). Y, por supuesto, por compartir con nosotros a través de su sistema educativo todos los valores europeos que nos unen en la diversidad.  Hasta su gastronomía en el comedor o en el despacho del propio director en alguna de las dinámicas jornadas de trabajo en sus instalaciones. Interacciones educativo-didácticas que hemos mantenido no sólo en este centro, sino también en otra escuela de formación más técnica y en la propia institución del Senado checo, en Praga, ejemplo máximo de la defensa de las libertades y de la democracia por parte de este país y de sus gentes.




Sin duda una experiencia que no olvidaremos, ni alumnos, ni profesores del Al Qázeres (Mati Moreno, Susana González y Justo Pérez). Y menos los tres alumnos de larga estancia (Darío, Diana y Paula) que se traen un nivel de A1 en checo. Igualmente, una experiencia a culminar con la próxima visita de la expedición checa a Cáceres. Y una experiencia para repetir y ampliar en próximos cursos.






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