FLIPPED CLASSROOM. Irlanda 2023, Marina Hurtado. Curso de formación del profesorado


 

Cuando a mediados de agosto viajaba en el avión que me dirigía a mi segunda formación en Dublín (Irlanda), pensé en lo complejo que este verano estaba siendo para mí: había sido miembro de tribunal de las oposiciones de acceso al cuerpo docente de secundaria y esta experiencia ocupó tanto tiempo en mi mente, que sentía que se me escapaban los días en los que había logrado “desconectar” del trabajo. Durante un momento del viaje, en mi asiento en la parte trasera de una avión de compañía low-cost (que resultó ser high-cost, ¡menudos precios!), pensando en todo el proceso y pensando que en pleno agosto “volvía a la tarea”, recordé una de las muchas exposiciones de las propuestas de programación y de unidades didácticas que habían pasado por nuestro tribunal; en concreto me vino a la mente una aspirante muy brillante, que dejó sorprendido al tribunal con su interconexión de la programación didáctica con el mundo (superficial y artificial, en muchos casos) de ese nuevo término que hemos acuñado: influencer. Tardamos en reaccionar y en comprender que sí, que aquella aspirante se estaba quedando con la natural literalidad de la palabra influencer en inglés, sin connotaciones, por lo que asombrados y asombradas vimos que sí, que de algún modo los docentes somos los verdaderos influencers para nuestros adolescentes, o al menos deberíamos serlo. Mientras recordaba aquella exposición y resonaba la palabreja en mi cabeza, en aquel asiento de pasillo de aquel avión pequeño, recordé también el lema de la “tote bag” que me regalaron en la Europass Teachers Academy Dublin, el Centro de Formación que había sido ya mi espacio de aprendizaje el curso pasado en la capital irlandesa. Esa “tote bag” es tan sencilla como inspiradora: "Teachers are the real influencers” se puede leer en ella. 

Entonces, en ese punto del viaje, me di cuenta de que, repensándolo bien, sí: merecía la pena hacer esta formación, aún en verano, pues es mucha, muy grande la responsabilidad y la influencia que podemos llegar a tener, tanto en el terreno académico, como en el personal de nuestros jóvenes, con los que compartimos aula cada curso escolar. Estaba preparada para afrontar un nuevo curso con nuevas ideas. Patrick O’Hare, mi anterior formador irlandés ejerció de auténtico “influencer” en mí, el curso pasado,y pude poner en práctica muchas de las técnicas que él había inspirado en mi para trabajar el “classroom management”. Este curso, en cambio, fue Jackie McCann la “influencer” irlandesa encargada de arrojar un poco de luz en la “clase invertida”, o “flipped classroom”, en inglés.
Regreso con varias ideas muy claras en la mochila y con otras tantas inspiradoras y germen de nuevas ideas. ¿Qué he aprendido? Que la “flipped classroom” es un enfoque educativo muy interesante en el que se invierten los métodos de enseñanza tradicionales. Y todo lo que sea darle una vuelta de tuerca y retar al método tradicional, me interesa y MUCHO.

Docentes de diferentes países (Italia, Grecia, Bulgaria, Macedonia, Croacia, República Checa, Chipre, Francia y España) nos convertimos en alumnado por una semana para poder aprender a hacer, haciendo. Ya teníamos la diversidad de alumnado en tanto en cuanto todos y todas procedíamos de países con culturas, filosofías y sistemas educativos diferentes; no sólo impartíamos materias diferentes en nuestros lugares de origen; pero además como un plus a esta riqueza diversa, procedíamos de diferentes tipos de centros educativos (centros públicos, centros concertados, privados religiosos, academias, escuelas oficiales de idiomas, centros de educación especial). Para seguir hablando de diversidad en nuestra aula, nos encontrábamos con una variedad de niveles de la lengua inglesa muy, muy dispar: había docentes, ¿qué digo? ¡Si éramos alumnado! Que partían de los niveles más bajos de la lengua inglesa, casi desde el desconocimiento total, pasando por A1, A1+, A2, A2+ y todas las letras y pluses hasta llegar al C2, todo un desafío para nuestra formadora, Jackie. Desafío que, por otra parte, a ninguno de los docentes participantes (perdón de nuevo alumnos y alumnas), nos resultaba extraño, pues la atención a la diversidad forma parte del ADN de nuestra profesión, de nuestra identidad docente, desafío con el que convivimos cada día en nuestras aulas. El Diseño Universal del Aprendizaje (DUA) estaba de parte de Jackie para afrontar este desafío.


En lugar de entregarnos contenido nuevo durante el tiempo de clase, nos dedicamos a interactuar con material que Jackie nos proporcionaba a través de videos, presentaciones, lecturas u otros recursos. Luego, el tiempo restante de clase lo usamos para establecer debates, desarrollar pensamiento crítico, resolución de problemas y realizar una serie de actividades que ayudaban a reforzar y aplicar los conceptos aprendidos sobre flipped classroom en un proyecto final, que quedaba abierto y adaptado a cada grupo. Nuestro grupo (una profesora española, un profesor griego, una profesora francesa y yo) intentó enseñar tres o cuatro expresiones en Gaélico a nuestros compañeros y compañeras de clase. No estoy segura de que lográramos nuestro objetivo, de lo que sí doy fe es de las risas que se echaron con nuestro enfoque.



¿Después de los proyectos finales y tras un “feedback” o retroalimentación por parte de nuestros compañeros y compañeras de clase (peer to peer assessment) y de nuestra profesora (teacher to students assessment) así como una autoevaluación por parte del propio grupo del que formabas parte (self-assessment), utilizando como herramientas rúbricas que cada grupo diseñó para autoevaluarse y para evaluar a los demás grupos; de este modo, pasamos a clausurar el curso con una fase de metacognición: ¿Qué beneficios reales y qué impacto tendría el utilizar este enfoque de aula invertida en nuestros diferentes contextos y centros educativos? Todas y todos llegamos a conclusiones similares: promueve la autonomía personal y el aprendizaje activo; flexibilidad: se establecen ritmos personalizados; la comprensión a través de la acción es de un nivel más profundo; mayor interacción, puesto que el aula se convierte en un espacio para la colaboración; el aprendizaje entre iguales mejora el compromiso del alumnado con el proyecto; mejora de la motivación; tiene aplicación en el mundo real, ya que esta metodología enfatiza la aplicación práctica del conocimiento, ayudando al alumnado a desarrollar pensamiento crítico, destrezas analíticas y de resolución de problemas; profundización de la interacción alumnado-docente; finalmente, una evaluación formativa y formadora, con retroalimentación.

Pero no todo ha sido trabajo, aunque sí aprendizaje e ilusión, gracias al programa Erasmus Plus y esta formación del profesorado a lo largo de la vida que nos ofrece, he podido establecer vínculos con docentes maravillosos de toda Europa con los que he intercambiado experiencias, anécdotas, impresiones y con los que he compartido algunos sueños que ,ojalá, se cumplan: la universalización real de la educación, la inclusión, el respeto, la motivación para aprender a aprender y, sobre todo, que nuestros gobiernos apuesten por la Educación, por nosotros, los docentes, esas personas que estamos intentando cambiar el mundo como pequeñas gotitas, microscópicas, que navegan en la inmensidad del océano. Por eso y con ese fin, seguiremos formándonos, seguiremos actualizándonos, y sobre todo, seguiremos soñando con construir una Europa mejor, un mundo mejor.

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